La CSRD, por ejemplo, hace referencia a más de 1.000 indicadores o puntos a reportar, lo que puede ser abrumador y confuso, especialmente para empresas que no tienen claro cuáles son más relevantes.
Partiendo del mapa de doble materialidad es imprescindible que la empresa organice sus requerimientos de reporte y determine la prioridad de los indicadores a implantar.
Siempre será mejor comenzar con pocos indicadores pero relevantes y fiables, y con el paso de los años ir ampliando el alcance de sostenibilidad.

La taxonomía de los indicadores nos sirve para “agrupar y entender” los indicadores que vamos a gestionar.  Si clasificamos los indicadores en las taxonomías adecuadas desde el principio, la gestión será mucho más sencilla.
Este paso, habitualmente ignorado, es fundamental para la adecuada gestión de la sostenibilidad en la empresa.
Pero, ¿Qué tipos de taxonomías existen?

• Geográfica 

Esta es la más sencilla de entender para el usuario final, ya que simplemente trata de clasificar los indicadores en función de la filial o ubicación geográfica que sea material para la empresa. Por ejemplo, una clasificación geográfica sería:

EMEA –> España –> Madrid.

• Normativa 

Cada normativa dispone de taxonomía propia. Por ejemplo, la norma europea sobre sostenibilidad dispone de la siguiente Taxonomía siguiente: https://finance.ec.europa.eu/regulation-and-supervision/financial-services-legislation/implementing-and-delegated-acts/taxonomy-regulation_en
Pero otras taxonomías habituales sobre ESG pueden ser la taxonomía GRI, ODS, u otras privadas asociadas a certificaciones concretas, como una ISO, Ecovadis o BCorp.

• Proceso de negocio 

Esta es la taxonomía más compleja, dado que ha sido introducida recientemente por la nueva normativa europea CSRD, en el sentido de que solicita que todos los indicadores y temas relacionados tengan una relación directa con la realidad financiera de la empresa.
Antiguamente, en España, con la normativa EINF, ya se daba importancia a la relación entre los aspectos de sostenibilidad y financieros, pero con la nueva normativa, dicha relación tiene que ser clara y manifiesta, asignando los indicadores a los procesos de negocio (incluyendo la cadena de valor).
Para esta taxonomía no hay reglas “preestablecidas”, dado que dependerá de los procesos de negocio de cada empresa.
Sin embargo, ya se están generando “estándares” razonables que iremos comprobando conforme los supervisores vayan opinando sobre los primeros informes emitidos de las compañías grandes europeas.   

Las empresas deben recopilar y gestionar grandes volúmenes de datos sobre sus impactos ambientales, sociales y de gobernanza (ESG). Esto puede ser complicado si no cuentan con sistemas y procesos adecuados para la recopilación y análisis de datos.
Muchos departamentos de sostenibilidad siguen utilizando procesos manuales para recopilar y analizar datos a través de Excel.
Sin embargo este método puede generar algunos problemas como:

• Falta de coherencia en los datos debido a la entrada manual.
• Dificultad para realizar un seguimiento adecuado de los datos a lo largo del tiempo y para demostrar la trazabilidad de la información.
• Mayor riesgo de errores humanos y omisiones en los informes.
• Pérdida de tiempo y recursos.

Generalmente la información puede recogerse por diversas vías:

• Directa: 

El usuario responsable de reportar el indicador introduce directamente el dato en el sistema de gestión.

• Cuestionario: 

El usuario responde a un cuestionario para que se actualice el indicador.

• Automática: 

El sistema de gestión “captura” automáticamente el dato para ser procesado (por ejemplo, consumo de energía).
De forma independiente del mecanismo de recepción de información, y teniendo en cuenta que habitualmente debe solicitarse a muy diversos interlocutores, es fundamental realizar un seguimiento de la recepción de la misma y supervisión de la información recibida.

Después de priorizar los indicadores, clasificarlos y comenzar a recibir la información sobre los mismos, es momento de analizar la información recibida, con el objetivo de responder a las siguientes preguntas:

• Análisis comparativo: ¿Está mi empresa en línea con empresas equivalentes del sector? En el fondo lo que nos preguntamos es si podemos distinguirnos de la competencia en base a criterios de sostenibilidad.
• Análisis evolutivo: ¿De qué forma están evolucionando los indicadores en el tiempo? ¿Es una evolución razonable en el tiempo teniendo en cuenta los objetivos corporativos marcados?
• Plan de acción: En base a la información recibida, ¿es necesario retocar nuestro Plan de Sostenibilidad en algún aspecto, sobre algún proceso de negocio concreto o filial?